martes, 19 de enero de 2016

La magia del intercambio

Usted compra un lápiz e instantáneamente participa en un proceso de intercambio con miles de personas dispersas por el mundo, personas que usted no conoce y que probablemente nunca conocerá. En otras palabras, usted intercambia un poquito de sus servicios por una cantidad muy mínima de los servicios que miles de personas proporcionan a lo largo de un complejo proceso que finaliza en la producción de un lápiz. Usted compra un lápiz y todas estas personas se benefician. A cambio usted puede escribir lo que quiera sobre un trozo de papel y borrarlo si no le gusta. Pero eso no es lo único que se puede decir partiendo de un simple lápiz. 
La mayoría de los consumidores damos por hecho la existencia de un lápiz. Normalmente, nos basta con acudir a la papelería más cercana para comprar uno a cambio de una pequeña cantidad de dinero, sin detenernos a pensar en el proceso que se tiene que llevar a cabo para finalmente poder contar con este utensilio. ¿Cómo se hace? ¿Quiénes lo hacen? ¿Dónde se hace? 
Producir un lápiz es un proceso muy complejo. Y a diferencia de lo que podríamos pensar, este proceso no inicia en la fábrica donde se ensamblan sus principales componentes. El grafito de la punta –por ejemplo– inicia su proceso en lugares lejanos. Se requiere del esfuerzo de los mineros y de muchos otros que producen las herramientas que hacen posible la extracción del grafito. Si queremos darle crédito a todos no podemos detenernos aquí. Deberíamos mencionar a quienes meten el grafito en bolsas de papel para su transporte; a quienes elaboran las bolsas de papel en las cuales se transporta el grafito; a quienes empacan las bolsas con el grafito en cajas de cartón; a los estibadores que cargan las cajas al interior de grandes contenedores; a quienes operan la grúa que sube y baja los contenedores a las plataformas de los tracto camiones o a los barcos… En fin, creo que notará usted mi punto. Pero recuerde que estamos hablando únicamente de la punta de grafito del lápiz. No olvide la madera, el barniz, el metal, la goma de borrar y el grabado con la marca o etiqueta. ¡Ah! Y por favor… tampoco olvide al encargado de la tienda, su misión es sumamente importante: entrega el lápiz a su beneficiario final, es decir, a usted. 
Todas las personas que participan –de alguna u otra forma– en el proceso que da vida al lápiz y que permiten que usted puede comprarlo en un lugar cercano, viven en diferentes lugares, hablan distintas lenguas, practican diferentes religiones, incluso pueden odiarse entre sí pero ninguna de sus diferencias les impide cooperar para producir el «ya no tan simple y fabuloso» lápiz. Esta cooperación entre diversas personas es como una gran orquesta. La magia detrás de las cosas es el ingenio humano, pero sin cooperación difícilmente podemos disfrutar de magia alguna. 
¿Qué provoca que miles de personas, en diferentes partes del mundo, se organicen en una red tan vasta de colaboración? La realidad oculta detrás de la magia es que todas estas personas se organizan a través del mercado y el comercio, gracias a las operaciones comerciales y a los distintos mercados.